Bajo el pecho abierto
del atardecer,
dos caminantes van,
unen sus manos:
pienso en ti,
pienso en ti.
Por reflejo, busco,
miro y no estás;
dos que caminan, van;
unen sus manos:
pienso en ti,
pienso en ti.
En qué manos
mis manos reclaman estar,
qué distancia es exacta,
qué tiempo hay que andar,
las mitades ocultas
se muestran a mí:
significa que pronto
regreso por ti.
Treinta y seis peldaños, subí,
mas no hay cansancio, en mí;
miro por encima
de ti, de ti, de ti.
Soy feliz.
Doy dos vueltas,
busco, miro, y ya estás,
dos caminantes más;
unen sus manos:
pienso en ti.